Reírse es un acto instintivo, natural y beneficioso para la salud. Es por ello, que, debemos insistir en su cuidado desde bien pequeños.
A día de hoy, sabemos que la salud buco-dental incide directamente en la salud integral del individuo, por lo que se torna imprescindible su cuidado. Los padres deben concienciarse de la importancia de cuidar los dientes de los niños, ya sean temporales o definitivos, puesto que desempeñan en los niños papeles tan básicos como hablar o masticar.
Según datos de la OMS, más de un 60% de los escolares tiene caries, una de las enfermedades más frecuentes entre la población infantil; esto se debe, a que los niños tienden a comer con más frecuencia dulces y no conocen la importancia de cepillarse los dientes después de cada comida.
Por esta razón, la labor educativa de los padres es esencial a la hora de prevenir cualquier tipo de dolencia bucal en los más pequeños. Por ello, te vamos a aconsejar a cómo enseñarle a tus hijos a tener buenos hábitos de higiene:
1. Limpieza oral desde el primer día.
Su higiene no se debe limitar sólo cuando hay dientes. Este hábito debe realizarse previamente. Los padres deben limpiar a diario las encías del bebé con una gasa húmeda para evitar la acumulación de bacterias.
2. Enseñarles a cepillarse los dientes.
Para qué aprendan a cepillarse bien, sin dejarse ninguna pieza y sin riesgo de erosionar su esmalte, es recomendable establecer un orden metódico para que lo recuerden fácilmente.
Se recomienda que primero se cepillen las muelas de arriba, después las de abajo y finalmente las piezas delanteras, siempre con movimientos de abajo hacia arriba.
Es importante que los padres conozcan cuál es la técnica correcta antes de enseñarlo a sus hijos.
3. Hasta los 6 años, la tarea del cepillado recae en los padres.
Tan pronto como salgan los primeros dientes, hay que empezar a limpiarlos con un cepillo de cerdas suaves y preferiblemente sin pasta dental para evitar que los niños se traguen el flúor.
A partir de los 3 años, el niño puede participar en el cepillado, pero siembre bajo la supervisión de un adulto para asegurar que lo hace correctamente. Posterior de los 6 años, el niño podrá cepillarse de manera completamente autónoma para que desarrolle el hábito y la destreza.
4. Los dientes de leche también hay que cuidarlos.
Los dientes de leche hay que cuidarlos de la misma forma que los permanentes. Si nuestro hijo presenta caries en un diente temporal, el riesgo de que el diente permanente sea infectado es mucho mayor.
5. Ser un buen ejemplo y motivarles.
Los niños suelen imitar el comportamiento de los mayores. Hay que compartir el momento del cepillado con los hijos para dar ejemplo.
A los más pequeños, a veces les da pereza la rutina de lavarse los dientes. Si los padres son demasiado estrictos con este hábito pueden cogerle manía. Por eso, se aconseja convertir este momento en algo “divertido”, acompañándolo con juegos o canciones para que así les cueste menos.
6. Limitar el consumo de dulces.
No hay que eliminar los dulces de la dieta del niño, pero sí limitar su consumo. Una buena alternativa es sustituirlos por otros productos más sanos y limitar la ingesta de dulces a un único día de la semana. Es importante que siempre que coma un dulce se cepillen posteriormente los dientes.
7. Reemplazar su cepillo de dientes.
El cepillo de dientes del niño debe adecuarse a la edad del menor. Los padres también deben encargarse de cambiar el cepillo de su hijo cada tres meses.
8. La visita al odontólogo.
Lo idóneo es que el niño acuda al dentista cuando haya cumplido los dos años o si ya tiene todos los dientes temporales. En ese momento el dentista podrá realizarle una primera exploración del estado de su boca y valorar si la higiene buco-dental que lleva es correcta.
Es importante realizar esas revisiones periódicas ya que en ellas se podrá estudiar el correcto desarrollo de los huesos de la cara y la mandíbula, así como cualquier anomalía en la posición de los dientes.
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